sábado, 1 de noviembre de 2008

habitantes de dos Mundos


HABITANTES DE DOS MUNDOS

El y Ella nacieron, como todos los que nacen, en la tierra de Maya; la tierra de la gran Ilusión.
Crecieron y se buscaron, sufrieron y se buscaron, empezaron a aprender y se encontraron.
Los dos habían escuchado, la vieja leyenda de la otra tierra, la leyenda de Shambala; la tierra de la Libertad.
Pero era tan solo eso aún, una leyenda, apenas pronunciada, en algunos libros, en algunos sueños.
La unión de sus corazones era profunda, pero las leyes de Maya atentaban contra su amor, y para protegerlo y protegerse ellos mismos; decidieron un día emprender el viaje y comprobar si la otra tierra existía en realidad. Si podían formar parte de esa realidad.
No fue fácil tomar la decisión de comenzar el viaje, el solo hecho de preparar el equipaje, indicaba que había cosas que habría que dejar atrás; de igual manera estaban decididos a realizarlo, y comenzaron a hacerlo.
Se escucharon las primeras advertencias del resto de los habitantes, de sus compatriotas, que les insinuaban, que muchos fallaban en su búsqueda, que era un camino difícil y largo, que los desiertos que había que atravesar quemaban todo lo humano que existiera dentro de ellos; que muchos se perdían en los senderos y nunca la encontraban.
Pero se sentían fuertes en su amor y ya era algo inevitable para ellos, el empezar a caminar.
Cuando apenas habían dado los primeros pasos, tuvieron la primer prueba, la primera de muchas que se sucederían en el tiempo; pero como toda prueba guarda su divina posibilidad, ellos solo vieron eso, la posibilidad divina.
Ella estaba encinta.
Esto representaba muchas cosas, algunas pudieron verlas enseguida y otras tardarían años en traducirlas.
Una nueva vida había sido enviada a sus manos, lo primero que vieron era la bendición que esto traía, y eso fue felicidad humana que los hizo brillar; pero también comprendieron que debían preparase para recibir a este nuevo ser, y eso era un deseo profundo de sus corazones. El pedido fue escuchado por los moradores de la otra tierra, y se acercó a ellos un verdadero embajador de aquel lugar.
El y Ella conocieron a su Maestro. Lo reconocieron sin entenderlo todavía. Pero desde ese momento, supieron que su sueño de salir de Maya se cumpliría algún día, y entregaron sus vidas a la plenitud de su mirada.
Aprendieron que el viaje que debían realizar era interno, en primer lugar; que se encontraban en el correcto lugar, que donde estaban era donde empezarían aprender.
El Maestro les habló de la planificación de la existencia, de los ángeles del destino y de la oportunidad que tenían al estar tan cerca de estas realidades. La dulce espera los llenó de paz y de esperanza.
Una niña del sol llegó a sus brazos, y llenó de calor su hogar humano. La energía de la nueva vida regeneró las suyas y vivieron un tiempo de elevación, olvidando las leyes de Maya, creyendo no necesitarlas.
Pero Maya es una madre cruel, que pone a prueba cada decisión que tomamos, y la pequeña familia perdió su independencia económica. Ellos deberían darle el justo valor al dinero, administrar correctamente la energía que representa y con esta lección actualizarían también su pasado kármico. La prueba era grande pero era acorde a su compromiso.
Y no estaban solos, como nunca lo estamos, había seres con sus mismas ansias de libertad que los ayudaron a comprender, seres que compartían su búsqueda; gracias a ellos conocieron el verdadero sentido de la amistad, la amistad de almas que comparten un camino sagrado, que comparten un estigma invisible, que se reconoce en la alegría del reencuentro.
En muy poco tiempo recibieron su segunda bendición, un nuevo ser llegaría a sus vidas, y a pesar de sus temores, no perdieron la calma; como empezando, poco a poco, a caminar sobre las aguas. Todavía contaban con el amparo de su maestro, al que veían frecuentemente, y esto los alimentaba y los sostenía.
Una hermosa niña venusina llegó al hogar, con el brillo de sus ojos les habló de la inocencia. Fueron una familia, humanamente feliz.

La pareja estaba lista para su próxima lección, una que no se esperaban, ajustar su amor y su unión a las leyes de la otra tierra.
Sus corazones conocieron el dolor de perderse en el abismo, para volver e reencontrarse.
Ella espero al borde, contemplando como El se perdía en la oscuridad, temiendo que no encontrara el camino de retorno; pero El era un guerrero y emprendió el descenso con su recuerdo en el alma; Cada una debería vivir cosas diferentes esta vez.
A pesar de la distancia, estaban juntos en el amparo de su Maestro. Él les habló del Amor Mágico, del amor que vence la muerte, la muerte de los egos. Les habló de las bodas internas, de los regalos que intercambian los amantes en cada reencuentro, les habló de su pasado y de su futuro, y celebró por ellos, como sabiendo el desenlace de su historia; algo que ellos todavía no conocían.

El regresó, con su corazón marcado a fuego, su mirada había cambiado, había huellas del dolor que había vivido, pero en su sonrisa mas dulce aún, se podía ver que su alma se había alineado con su destino; pero estas cosas serían para traducir más adelante, en ese momento sólo importaba el reencuentro. El y Ella se abrazaron, como para no soltarse nunca, y se juraron una vez mas, amor eterno.

Su nueva unión, la de sus almas, se abocó a la tarea de educar a sus pequeñas niñas.
Cumplieron con todas las obligaciones que imponía Maya, aunque ya no tuviera poder sobre sus corazones, no quisieron desafiarla nuevamente y decidieron respetar los tiempos terrestres, sin abandonar en su interior el sueño de poder partir cuando estuvieran listos.
En apariencia eran una familia como todas las demás, pero en la intimidad comenzaban hablar en el idioma de la otra tierra, y las niñas se familiarizaban con ambos lenguajes.
De a poco iban llegando a sus manos, textos escritos por antiguos buscadores y Ellos los leían y los asimilaban, sorprendiéndose a veces de que la verdad esté tan al alcance de la mano; y a la vez tan oculta, a los ojos, de quienes aún no pueden comprenderla. Comenzaron a vivir la expansión de sus propias conciencias, compartiendo los datos que iban registrando; de esta manera pudieron empezar a traducir sus vivencias pasadas, como leyendo cartas que la vida iba escribiendo y dejando, para Ellos.
El color de sus auras, fue haciéndose más luminoso pero todavía no estaban listos para predicar, sus canales de expresión fueron dirigidos hacia el arte, de esta manera podían expresar toda la belleza que sus ojos comenzaban a descubrir.
Casi sin percibirlo, su entorno comenzó a aquietarse, a estabilizarse, y sus oídos empezaron a percibir una leve melodía, encantadora; era Maya entonando su arrullo, coma una mágica madre que invita a sus hijos a dormir.
El y ella cayeron en un tibio sueño, como cayendo en su trampa ó quizás, para comunicarle al resto de su ser lo aprendido.
Aún dentro de este tibio adormecerse, podían escuchar la voz del Maestro. Les hablaba desde su lugar habitual, sabiendo que a pesar de ese aparente sueño, algo en ellos permanecía atento a su palabra. La predica del Maestro se tornaba grave en estos días, y les hablaba de tiempos decisivos, de tiempos finales, de juicios y revelaciones.
Y en medio del cálido sueño, otro ser estaba listo para formar parte de sus vidas.
El cuerpo de Ella, había dado asilo a una nueva alma.
Los interrogantes que aparecieron, los sacaron mágicamente del letargo, nuevos compromisos con Maya los hicieron dudar de su pronta partida, pero a pesar de eso, esta nueva bendición venía con una enorme cuota de alegría.
La familia recibió en su seno a una niña venida de Júpiter, sus ojos melancólicos traían la bondad y la nobleza de su planeta.

Los dones que traía fueron entregados a sus padres, y a la vez les marcaron dos caminos diferentes.
Ella recibió la bondad, que volcó en su familia, en sus pequeñas y en su vida misma, tuvo bondad con su pasado y con sus errores, bondad con su humanidad.
Él recibió la nobleza; y fue sincero, primero consigo mismo, y fue en busca de sus mas
Grandes temores y los enfrentó. Pero era un camino solitario.
Ella notaba la distancia, pero a la vez estaba muy ocupada con sus obligaciones de madre; siempre supo que ese viaje llegaría un día y sin tener plena de conciencia de lo que estaba sucediendo, en el fondo de su corazón esperaba.
Cuando se miraban a los ojos era como verse reflejados en un espejo, a veces no gustaban de lo que veían, pero la unión aún era fuerte y estaba intacta; sus almas dialogaban más allá de lo que hicieran sus humanidades.
Y como todo tiene un tiempo, Uno transita entre el espacio interior y el exterior, descubriendo siempre mas inmensidades. Era hora de mirar hacia el universo, y elevar sus miradas. El Maestro partió hacia su tierra de origen, dejando una estela que Ellos deberían seguir.
Él y Ella se conmocionaron con su partida, cada elemento de su ser lo despidió acorde a su naturaleza, sus cuerpos emocionales lloraron a ese Ser tan especial y único, que les había enseñado el Sentido de la Vida; sus mentes cumplieron la tarea de traerles calma, recordándoles que El Maestro no dejaba de existir, y que podrían volver a escucharlo, si sabían encontrar su frecuencia.
Sus almas guardaron un respetuoso silencio de amor, y sus espíritus permanecieron en vela, con sus lámparas encendidas, acompañándolo en su cambio de escenario.
Pero este hecho, a pesar del dolor, sembraba futuro en sus vidas, era un inicio de aconteceres. Como la piedra que cae al estanque, e inicia una onda que, poco a poco, crece hasta abarcarlo todo, tanto la superficie como la profundidad; así, la energía del Maestro, recorrió todos sus centros, comunicándolos; dejándoles como mensaje, como lección, como desafío, vivir desde la unidad de su propio Ser.
Sus almas prometieron, no olvidarlo, que no sería en vano el haberlo conocido, y con esa promesa
resonando en su interior lo dejaron partir, con un hasta luego.

Cuando retornaron a su vida habitual y a su estado de conciencia habitual, la gravedad se había instalado en sus atmósferas. Todo caía por su propio peso, ya no era necesario decidir prácticamente nada. No había indecisión, no había dudas. Los sucesos sólo se precipitaban, a un ritmo que sólo les demandaba atención.
Atención y síntesis, resumían el estado de sus conciencias.
Obediencia y aceptación, el de sus humanidades.
Los lazos que unían a la pequeña familia, se reforzaron en amor y en celebración por la vida.

En ese transcurrir de aconteceres, surgió un viaje a la montaña sagrada, el lugar que encierra uno de los misterios del próximo tiempo. Un lugar donde la leyenda de Shambala es mucho más que eso, es una realidad, que puede sentirse en su atmósfera, si uno está preparado y dispuesto.
Todo se organizó en sus vidas para que nada impidiera el viaje, y partieron despedidos de su mundo e impulsados o absorbidos por otro que aún no conocían.
Viajaron buscando sólo paz para sus corazones, remanso y descanso para sus humanidades e implorando luz para sus almas.
Una vez allí se encontraron con sus amigos del alma, la alegría los iluminó por dentro y por fuera.

La belleza del lugar, la armonía de sonidos, de colores, de composición química del aire, fue el escenario perfecto para el reencuentro de sus almas. Fue como un regalo del Gran Padre y de la Gran Madre, bendiciéndolos. Una vez mas, El y Ella estaban unidos, intercambiando regalos, como tantas veces a través de las edades, renovando votos, con cielo y tierra como testigos.
Una vez más atravesaban el espejo para abrazarse, una vez más danzaban juntos en la luz, sintiéndose tan antiguos y tan jóvenes como las estrellas.
Una vez más, estaban preparados, para enfrentar el destino, para recibir lo que debiera ser; porque habían vuelto a su origen.

Con este sentimiento de integridad y comunión con si mismos, El y Ella, junto a sus amigos del alma, iniciaron el ascenso, a una de las montañas, de aquel maravilloso lugar.
Desde la cima, se podía apreciar la inmensidad, la perfección y la generosidad de la creación.
Sus humanidades oraron, casi como entonando un himno de agradecimiento, un himno dedicado a los habitantes de Shambala, a sus Guías, a sus protectores, a su Maestro, a sus Hermanos Mayores.
Mágicamente recibieron una respuesta a sus plegarias, y pudieron ver el himno de Shambala, era una sinfonía de luces, que los saludaban, los reconocían y les daban la bienvenida.
Frente a sus ojos, en el valle que se extendía en el horizonte, los velos fueron rasgados y se hizo visible la ciudad de Luz, Shambala. Brillaba en todo su esplendor, propagando su energía que llegaba hasta Ellos, transfigurándolos. Sus vestiduras fueron reemplazadas por hermosas túnicas blancas, porque a partir de ese momento, ellos serían transmisores de luz, fuente de esperanza para los buscadores, y podrían ser reconocidos por aquellos que tienen ojos para ver.

El y Ella retornaron a Maya, sabiendo porque. Comprendiendo, la gran Misión que cumple Maya preparando a sus hijos hasta que estén listos para partir, las diferentes e infinitas formas que tiene para prepararlos y formarlos. Entendiendo su infinita compasión, su paciencia y su constancia. Y sobre todas las cosas, su amorosa obediencia al plan divino y sus designios.

El y Ella son hoy Habitantes de dos mundos, aprendiendo y comprendiendo las leyes de ambos; comunicándolos, para que cada uno preste su servicio al otro; Hasta el día en que ambos sean Uno, tanto dentro como fuera de Ellos.








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